Y llegó, no lo celebro, pero sabía que me podía suceder, aunque no lo quería. He estado demasiado hecho polvo estos días atrás. Palabras que hacen daño, aunque no tuvieran intención de ello, no ser querido por la persona que quieres, dormir tres horas en 30 horas despierto, las lentillas te queman los ojos, estar con un trancazo de la hostia, que te duelan los pies de tanto caminar, tener ganas de vomitar, dormir doce horas, estar torpe, no tener lentillas ni gafas con 8 dioptrías y que la única persona que te comprende, no de señales de vida. En ese momento, ya no existe otra cosa que no seas tú y tus problemas, y si no me los quito de encima no me salvo yo. Así que, mi cerebro en toda su inmensidad, me pone en un estado de apatismo total, dónde los problemas no te importan, pero donde no te importa nada.
No quiero nada, y estoy harto de autocompadecerme, así que bloqueo todos esos pensamientos negativos e intento centrarme en todo lo positivo que tengo, pero no encuentro nada. Puede que sea porque soy tonto, o porque verdaderamente no hay nada que ahora mismo me llene. Sí mis últimas entradas parecen todas la misma, es porque me pasa continuamente lo mismo, y eso genera aún más desgasto anímico. Y ahora encima me bloqueo escribiendo, ya no se que hacer para intentar venirme arriba, buenas noches.
