miércoles, 26 de abril de 2017

The Devils in Mister Twenty Three

Mis demonios han vuelto por mí. Silencio absoluto en mitad de la noche. Todos haciendo cola para intentar sacarme las tripas. Quieren aprovechar el momento en el que me fallan las fuerzas. Quieren que siga siendo débil.

No lo aguanto más, pero estoy sin fuerzas para jugar. Todo saldrá bien si hago algo. No tengo que pensar en ello, tengo que hacerlo.

El primer demonio me bloquea el corazón. Me deja sin ganas de querer.
El segundo demonio ataca a mi cabeza. No me deja pensar con claridad.

Y así se van sucediendo, uno tras otro. Otro me mete miedo para que me quede quieto y no luche. Otro me dice los motivos equivocados para luchar contra la nada, o contra mí mismo.

¿Qué habré hecho mal? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Lo haré todo mal?


Pero, tú y yo sabemos que los demonios no existen. Que no están ahí, que con un simple despertar se habrán ido, aunque ellos intenten dejar la sombra de la duda. Concentro mi fuerza en los puños, luego recuerdo que soy más inteligente que eso y lo canalizo a la punta de mis dedos. Así combato mis demonios, con creatividad. La creatividad que me sale de la punta de los dedos, en la que no me bloqueo. En la que paso de mirar a los demonios y miro al mundo que me rodea para intentar captar su belleza. Creatividad que hace que deje de pensar en ellos y los destroce con estas letras.

Tengo miedo y pena a la vez, pero en el fondo, se que soy fuerte, aunque mi contradicción es grande. Tengo claro que la única manera de derrotarlos es haciendo. Haciendo todo lo que tengo atrasado, disfrutando en el proceso. Empezar con un grano de arena y acabar escalando una montaña como si fuera un grano de arena. Esto es posible de realizar si disfrutas el camino y no piensas en nada más.

Ahora mi cabeza se encuentra con mi corazón y le pregunta qué le pasa. Mi corazón con pena responde, "creo que nunca encontraré el amor". Entonces mi cabeza se ríe y encuentro otra solución.

Para acabar mandaré un mensaje a alguien: Quiero verte ya.