Los ideales me tienen enamorado, ceniza me echa el tiempo encima, para enterrarme vivo. No llego, no llego, no llego y nunca llegaré. ¿Se trata de eso no? De esa brisa suave que nos acaricia, pero que de ningún modo alguno podremos tocar o ver. ¿Sólo podemos aproximarnos?
Alguien que ha dado su corazón completo a un enamoramiento, lo ha visto, tocado, sentido, besado, incluso ha follado con ese ideal. Pero, después de esto, no significa que haya dejado de ser ideal si uno no quiere. Y un ideal no será perfecto ni en tu propia cabeza, necesitas que tenga imperfecciones, y que esas imperfecciones te hagan amarlo más. Me doy cuenta de que me enamoro de los ideales con las imperfecciones más gordas, las del espíritu. Puede que me haga daño, pero necesito sentir dolor para saber que sigo estando vivo, para saber distinguir lo malo de lo bueno, para apreciar más lo bueno cuando llegue.
Hay que ser pasional, amar con la mayor fuerza para odiar con pocas ganas. Ya lo dijo Bukowski: "Ten cuidado con el hombre y la mujer corriente, ten cuidado de su amor corriente, que busca lo corriente, porque tendrá un odio genuino, un odio capaz de matarte, de matar a cualquiera."
Mis problemas han llegado en forma de nada. Nada siento, nada quiero, nada me gusta, no lloro por nada, nada me devora todos los días y me escupe en forma de rutina. Queda la esperanza, quedan ideales imposibles en mi cabeza, que nunca se me aparecen y que me hacen dudar de si aparecerán. Si pierdo la esperanza, por favor matadme, no quiero llegar a viejo y ver que he tenido una vida corriente, que he odiado todo, que me odiaré a mí mismo por no haber sido pasional.
Espero que pronto, tú y yo nos choquemos, nos demos un golpe tan fuerte que acabemos uno dentro del otro, que estemos así el tiempo que sea, no importará el reloj, ni la arena, ni la ceniza, ni la muerte, ni la nada. Espero que sin conocerte pueda decirte, ya hablé de ti aquí, sabía que llegarías, pero tenía miedo, no a la soledad, si no a no sentir.
