martes, 14 de febrero de 2012

El hombre blandengue

Durante la misma madrugada del día de los enamorados, pregunto ¿qué es el amor? Un recuerdo tal vez, el eco de un vacío que nos fue arrebatado. No, yo pienso que el amor existe, pero al menos tengo esa certeza.  Mi amor esta como la luna que contemplo desde mi habitación, frío, sereno y tranquilo, pero con un tenue brillo misterioso. Esa jodida luna hace crecer mis mareas internas, de noche, tumbado en la cama, cuando nada es posible.

La des conexión que he sufrido con este sentimiento desde hace más de un año, me lleva a pensar en su opuesto, los clavos del desamor, que me crucifican a cada momento, llenándome de las más tristes e inconfundibles emociones. Miento. Si que he sentido amor y ahora mismo lo siento, y es lo que me hace escribir. El problema está en que esta sensación no me es correspondida. Cobardía. Sentido indigno que vaga por mis venas y me hace esquivar a aquella persona por lo que tan fuerte vivo.

La noche se torna fría desde Siberia, mas no puedo rendirme en esta búsqueda incansable, este afán que me lleva a la locura. Por ello, espero que pueda hablar sobre las cosas verdaderas, con "ella".

No repetiré cuantas veces bella es, para no desgastarla, es un mito entre mis escritos, y sólo unos pocos saben nombrarla. Me asombra ver que mi prosa se quiera parecer a la poesía, pero ni yo soy tan bueno, ni estas son horas para tristes poemas.

Para concluir, y poniendo los pies donde deben:

No voy darle poca importancia a estas líneas que acabo de escribir. Esto es lo que pienso en esos momentos en los que me torno melancólico y sensible, pero hoy es el día en el que lo comparto con todos vosotros, aunque parezca demasiado blando. La razón de haberlo escrito es simple, el amor.

Feliz día de los enamorados, aunque, como me gusta quejarme, nadie me lo desee a mí.
Raúl Constán Rodríguez (Veintitrés)